La actividad
continúa…si hasta el sábado estuvimos con el famoso uniforme para Amaía de
Froggies pues hoy cambiamos de registro para zambullirnos de lleno en el mundo
de los tocados, del pelo, de la belleza de la mujer, de la mano de Cecilia de
Bottons…
Y es que estoy convencida de que las cosas llegan en su
debido momento…hace tiempo que frecuento la peluquería Bottons y más de una vez
me he referido a ella como un espacio, un lugar de mimos y cuidados no sólo
para el pelo…Cecilia es un personaje de esos que ya desde un principio
reconoces por esa curiosidad que delatan sus ojos, alguien con ganas de saber,
de investigar, de mostrar, de compartir…y así lo deja claro en su peluquería,
donde además de tintes, alisados, cortes …se cuecen muchas cosas y muchos
proyectos… son de sobra conocidos sus
exposiciones y eventos de la mano también de Rubén…tándem singular pero
perfecto donde los haya!
Entre tinte y tinte más de una vez pensaba lo que me
gustaría exponer algunas de mis creaciones allí pero sabía que si debía ocurrir
ya llegaría el momento oportuno…cuando un día no hace mucho tiempo Cecilia me
dijo: “Bea, qué te parecería exponer aquí tus tocados?” así que sin pensármelo mucho aquí estoy
preparando una expo que tendrá lugar dentro de no tanto tiempo, para ser más
exactas el lunes 26 de Noviembre.
Por este motivo me he puesto manos a la obra, a la obra significa escribir, dibujar, bordar, hacer collage, .....todo para preparar en sí la expo.
La exposición recibirá el nombre de FACES, me parece un
nombre muy adecuado para lo que quiero transmitir…CARAS, cada uno tenemos una
cara pero esa cara no está nunca en el mismo estado, la cara lo refleja todo,
no puede guardar nada…pero la cara puede también ser sustancialmente alterada
por el peinado y por el maquillaje y claro, por los adornos… he aquí una serie
de post dedicados a este tema…
El primer ornamento sobre el que vamos a hablar es la MANTILLA ESPAÑOLA
Origen:
Los primeros velos y mantos que utilizaban las mujeres
como adorno y como prenda de abrigo, son el origen de las primeras mantillas.
La evolución de esta prenda estuvo marcada por
factores sociales, religiosos e incluso climáticos. En la zona norte se
utilizaban tejidos tupidos con una finalidad clara: servir de abrigo. En la
zona sur, se utilizaban tejidos con fines meramente ornamentales, como la seda.
En ambos casos, podían ir finamente ornamentadas, las de "fiesta" que
se lucían en ocasiones señaladas, o sencillamente adornadas, las de
"diario".
Poco a poco, empieza a extenderse el uso de esta
prenda como ornamento, aunque habría que esperar hasta bien entrado el siglo
XVIII para que la mantilla empiece a ser utilizadas por las clases más altas.
La reina Isabel II (1833-1868), muy aficionada al
uso de tocados y diademas, empieza a popularizar el uso de la mantilla,
costumbre que pronto adoptan las mujeres más cercanas a ella. Las damas
cortesanas y de altos estratos sociales, comienzan a utilizar esta prenda en
diversos actos sociales
Su uso, tiene un claro retroceso, a la muerte de la soberana, aunque mantiene un cierto arraigo en el centro y sur de la peninsula; se mantiene su uso, en lugares donde la utilización no tiene nada ver como prenda de abrigo sino meramente ornamental. Aun hoy en día perdura esta costumbre y es más fácil ver mantillas en el centro o sur de nuestro país que en la zona norte.
El reducido uso de la mantilla en épocas siguientes al
reinado de Isabel II, tiene, entre otros motivos, su origen en el uso de otras
costumbres que imponían los nuevos monarcas. Un hecho reseñable, es el conocido
como "la conspiración de las mantillas". Una forma de protesta
de las mujeres españolas frente a las nuevas costumbres extranjeras que
parecían querer imponer Amadeo I rey de España (Amadeo de Saboya 1845-1890) y
su esposa Maria Victoria. Amadeo I renunció al trono de España al cabo de poco
tiempo (tres años aproximadamente), debido a la "ingobernabilidad" de
los españoles.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la mantilla deja de ser una prenda de uso "cotidiano" en eventos, y empieza su declive. Tan solo se conserva, una pequeña "mantilla" que suelen utilizar las señoras en la iglesia, a la que se la conocía como "toquilla" (pañuelo, generalmente triangular, que se ponen las mujeres en la cabeza)
Actualmente, la mantilla se puede ver, casi de forma
exclusiva, en los toros, la Semana Santa y en las bodas. No es fácil verla en
otros eventos o ceremonias.
Vestir la mantilla.
Para cualquier tipo de evento (boda, toros ...) la
mantilla deberá contar con el largo adecuado a cada persona. Por la
parte delantera, deberá contar con un largo hasta la altura de las manos, y por
la parte trasera, un largo unos dedos por debajo de la altura de la cadera.
Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al
vestido de forma discreta (generalmente por los hombros).
¿Qué tejido elijo?
Tiene varias opciones en función del presupuesto y del
gusto personal:
- Blonda: es
un tipo de encaje de seda, caracterizado por la utilización de grandes motivos,
sobre todo florales, que se realizan en seda más brillante que el resto de la
mantilla (que se suele realizar en seda mate, para hacer resaltar más los
bordados). Tiene una característica muy peculiar, que son las ondulaciones de
sus bordes, al que algunos autores han denominado "puntas de castañuelas"
por su similitud con estas.
- Chantilly:
como su nombre indica, utilizan un tejido proveniente de esta ciudad francesa,
ligero y elegante. Al igual que el resto de las mantillas, suele estar
profusamente bordado de diversos motivos.
- Tul: es
un tejido delgado y transparente, de seda, hilo o algodón, y podemos decir que
el tachado de más "corriente" para las mantillas. Suelen utilizarse a
modo de imitación de las mantillas de blonda y chantilly. Son las conocidas
mantillas de encaje.
En cuanto a la peineta,
deberemos decantarnos por una adecuada a nuestra altura y la de nuestra
"pareja", si vamos acompañadas. Las mejores son las de carey, aunque
hay otras variedades. Si somos bajitas, podemos optar por una peineta alta,
aunque son más difíciles de llevar. Si somos altas, y de cara alargada, podemos
optar por una peineta más baja ( y mucho más cómoda de llevar). En todo caso,
hay que ajustarla bien al moño y cubrirla de forma correcta y bien equilibrada
con la mantilla.
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